VIERNES 19 de Abril
VIERNES 19 de Abril // GENERAL PICO, LA PAMPA
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  MIÉRCOLES 03/08/2016
Zircaos vuelta al mundo. Capítulo 51: Malasia
Y ya queda poco por este lado del continente asiático para llegar al final de la tierra por el sudeste, luego vienen los demás países a los que se cruza tomando un avión o un barco como Indonesia, pero hasta Malasia se puede llegar por tierra.

Los días de calor no daban respiro, de un calor húmedo de 38 grados donde ni siquiera por las noches se siente alivio para descansar tranquilo, en un hotel seguramente si pero en nuestra caravana sin aire acondicionado es difícil, aparte que el viento no regala ni una brisita como para alegrar algún momento.

Desde Malasia teníamos que encontrar con quien enviar la casita desde Kuala Lumpur hasta algún puerto de América. Lo más importante era ver como pasábamos esos días de calor insoportable y pegajoso para tener la cabeza tranquila y concentrarnos en todo lo que había que hacer, sabíamos que el “tramiterio” no podía ser resuelto en poco tiempo, que mínimo nos llevaría un mes así que necesitábamos encontrar un lugar agradable para estar.

Y lo conseguimos!! Supimos que en el centro de Malasia están las Cameron Highland, unas montañas de 2000 metros, las más altas y casi únicas del país donde el clima cambia por completo, las temperaturas máximas llegan a unos 25 grados y por las noches refresca tanto que hace falta ponerse un abrigo y dormir con frazada. Aparte de las lindas lluvias de todos los días, un lugar increíble, sacado del infierno que se respira abajo. Apenas empezamos a subir la montaña sentimos la frescura del paisaje.

El día que llegamos no era el mejor, el domingo está lleno de visitantes que llegan a las alturas solo por el fin de semana escapando del calor, larguísimas filas de coches a paso de hombre avanzando hacia los diferentes pueblitos. Nosotros elegimos Tanah Rata, un lugar pueblerino, donde en una calle se encuentran todos los comercios, hoteles y restaurantes dedicados al turismo. Muy cerquita de allí un buen estacionamiento para acampar, una canillas de agua y apenas a un par de cuadras un inmenso espacio verde para pasar las tardes, canchita de básquet, parque para los chicos y césped para tirarse a tomar unos mates al fresquito. En frente una mezquita donde cada determinado tiempo se escuchan los llamados a la oración y del otro lado subiendo una cuesta un templo hinduista, colorido y lleno de fragancias de inciensos.

En Malasia la mayoría son musulmanes pero también hindúes y católicos.

El verde característico del sudeste asiático, las inmensas plantaciones de té y el cultivo de frutillas lo hace un lugar precioso. Como alfombras se extiende a lo largo de kilómetros y kilómetros infinitos, bordando las montañas, cubriéndolas de suaves mantas en diferentes tonalidades de verdes.

Al pueblo lo rodea la selva, donde hay muchos senderos marcados para recorrer a pie cruzando aldeas, sembrados, campos de té, frutillares y muchísimo verde, húmedo, con variedad de especies de animales y plantas. En este lugar se encuentra la flor más grande del mundo, la raflesia. Hicimos casi todos los recorridos y algunos los volvimos a hacer por lo bonito que eran. Cada caminata duraba entre 4 a 6 horas según el recorrido que se elija.

Pero lo mejor de todo es que nos hicimos de muchos amigos que también pasaban por ahí, muchos viajeros por tiempo indeterminado se daban una vueltita para conocer las Cameron y respirar aire fresco, fueron varios los argentinos con los que compartimos muchos mates, comidas, charlas, caminatas, fotos, partidos de básquet, música y películas. Fueron mimos para el alma encontrarse con paisanos de nuestra tierra y poder hablar en el mismo idioma, con los mismos códigos, aparte de otros hermanos latinoamericanos. También se pararon otros viajeros que andaban en motorhome, una pareja de franceses y unos simpatiquísimos suizos en un súper camión casa, a ellos los habíamos conocido en Tailandia. También unos alemanes que viajaban de mochileros con Mino, su bebe de 10 meses. Con ellos también compartimos mucho tiempo.

Y así va la vida en el camino, con un sinfín de sorpresas a diario, gente que pasa dejando hermosos recuerdos.

La gente es bastante amable, aunque podría serlo más al ser un lugar tan pequeño. Algunas veces nos comprábamos una torre de empanaditas fritas que preparaba una señora, nos hacían acordar a las nuestras, les faltaba la carne pero tenían batata con muchos condimentos ricos. Sentir el crujiente de la fritura ya era suficiente para nosotros. Los domingos funciona un mercado local donde se venden frutas, verduras, pescado, comidas listas y los mangos más ricos. Siempre le compraba al mismo señor solo porque me atendía con una sonrisa amable, para mí eso es lo más importante, así todo es más rico.

Fue un buen tiempo para aprovechar esta parada larga y dedicarle de lunes a lunes, sin faltar un solo día a la tarea de la escuela. Aprovechamos muy bien el tiempo para estudiar, leer, editar los videos, escribir, tejer, cocinar cosas ricas, hacernos de muchos amigos y armar un ciclo de películas al que denominados noches de cine familiar, aprovechando de estos días tranquilos, sin tanto movimiento y con buen clima.

Con respecto al barco de a poco fuimos recibiendo información de las personas que se encargan de ese trabajo. Empezamos a comparar precios, puertos de salida y de llegada, los precios terminaban siendo otros a los que teníamos pensado pagar, eran más caros, pero no teníamos muchas alternativas, era elegir el que menos nos cobraba o volver a Europa por tierra, andando por arriba, cruzando China, Rusia o atravesando todos esos países que terminan con Tan, Kazajistán, Uzbekistán, etc. Al final de cuentas el gasto iba a terminar siendo el mismo, con la diferencia que eran unos varios meses más de viaje. La decisión estuvo girando en nuestras cabezas durante varios días hasta que nos decidimos por lo que creíamos que más nos convenía… mandar nuestra querida casita en barco, siendo esa la idea desde el principio del viaje.

Todo se iba cerrando, dimos con una mujer malaya muy buena onda que le fue dando forma. Pero eso queda para el próximo capítulo.

Ya había pasado más de un mes y medio así que decidimos salir a dar una vuelta, bajar la montaña sagrada e ir unos días hasta Kuala Lumpur a conocer la gran ciudad, encontrarnos con amigos y ver un poco más de gente. Para esto un señor muy simpático del pueblo nos invitó a todos los viajeros que estábamos en motorhome acampando en el estacionamiento del pueblo al patio de su casa (dentro del predio de una iglesia) a parar allí, tranquilos, con un paisaje silencioso. Estuvimos en su casa unos cinco días antes de partir para Kuala.

Llegamos de noche a la inmensa ciudad llena de luces, nos recibió con el calor húmedo que caracteriza el lugar. Fuimos directamente hacia el centro y paramos para dormir a solo tres cuadras de las impresionantes Torres Petronas, dos rascacielos inmensos e imponentes que se levantan allí, hechas de vidrio y metal, diseñadas por un argentino, tucumano, Cesar Pelli. Tienen 86 pisos. La verdad que impresiona verlas, son el icono de Malasia. Parecen pintadas en el aire. Al frente de ellas una fuente rectangular, jardines y mármol. En el centro, como no podría ser de otra manera un shopping con las marcas más conocidas mundialmente de ropa y carteras, joyas y perfumes. Los modelos de las gráficas todos occidentales, lo que aspira la gente, pertenecer al comprar tal o cual cosa. Después del empacho que da ver todo lo que se consume y darnos una buena dosis de aire acondicionado nos fuimos para los inmensos jardines que están detrás de las torres, donde hay una gran fuente con aguas danzantes, un súper parque para los niños y mucho verde.

En el lugar donde dormimos conocimos a una familia de fotógrafos franceses que viajan en coche con su hijo de 9 años, ellos también andan paseando por este mundo, escaneándolo y mostrándolo de una manera diferente.

Al día siguiente nos encontramos con nuestros amigos en una feria latina, así que entre reggaetón y alfajorcitos de maicena me compre el último paquete de yerba mate que quedaba en el stand de la embajada Argentina. Eso es tener un verdadero día de suerte!!!!!

Al día siguiente otra vez rumbo al barrio fresco, 200 kilómetros arriba está el paraíso que todos los viajeros buscamos en Malasia, las Cameron Highland.

Hasta el próximo capítulo!!

Gracias por acompañarnos!!

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