"Nos encandilaron, nos tiraron la camioneta encima, gatillaron con la carabina y por eso respondimos", dirán.
Los uniformados acusados son Fernando Safenreider y Norberto García. No hay contradicciones en sus versiones. Hoy, al ser indagados, se negaron a declarar: dijeron que antes esperarán las pruebas de Criminalística. Los resultados de que se trató de un solo arma activada, se concluyeron a la tarde. Serán incorporados en la audiencia de formalización, que se hará este miércoles a partir de las 11 en el Centro Judicial. En los próximos días se espera que declaren ambos.
"Las ocho vainas servidas encontradas en el lugar salieron de una misma arma, una pistola 9 mm", dijeron fuentes cercanas al caso a Diario Textual.
¿Hay pruebas de que los cazadores dispararon? No aún. Solo un "astilla" en la camioneta policial, de la que aún no hay resultados. Es decir, todavía no han podido determinar si se trató de un tiro de una carabina 22.
El crimen se registró alrededor de las 22 del domingo, en un cruce de caminos entre Lonquimay y La Gloria, a unos 55 kilómetros al este de Santa Rosa.
Según el relato de los cazadores, todos de Pico, en la Ford F 100 iban cuatro personas: dos en la cabina –el conductor, Andrés Enrique Casabonne, y el recolector de las liebres, Juan Costilla- y dos en los cajones de la caja –el encargado de la caza con una carabina 22, Santiago Garialdi, y el reflectorista y dueño de la camioneta Mario Arroyo-.
Estaban cazando ilegalmente liebres europeas en las calles. En una camioneta, a oscuras, los estaban esperando los uniformados Fernando Safenreider y Norberto García, de Lonquimay.
El fiscal Guillermo Sancho dijo que, cuando la camioneta cazadora llegó al cruce de unas calles, la patrulla policial prendió las luces. Los uniformados, desde debajo de la camioneta, comenzaron a efectuar disparos con sus pistolas 9 mm.
Dos de esos balazos dieron en los cazadores: uno a Andrés Casabonne y otro en la cabeza a Santiago Garialdi. Después se comprobó que la camioneta de los piquenses tiene tres impactos de bala.
"Nos acribillaron a la pasada sin poner una baliza o dar una voz de alto, sin nada", dijo Mario Arroyo. Casabonne también ratificó esa versión.