El cuerpo de Reinaldo Becerra fue encontrado sin vida por una de sus hermanas, en el interior de la vivienda que ocupaba en la esquina de las calles 4 y 105, el pasado 22 de noviembre de 2015, fecha coincidente con las elecciones presidenciales.
Por tratarse de una muerte dudosa, la justicia ordenó la correspondiente autopsia. El forense Rubén Bocchio determinó que el hombre había recibido un fuerte golpe en la cabeza con un objeto romo y que eso le originó heridas que provocaron su deceso.
Frente a algunos medios que preguntaron sobre la muerte se deslizó que se trataba de un infarto, es decir de una muerte natural. Y frente a la carencia de elementos que permitieran orientar la pesquisa, se optó por sostener ese diagnóstico, como estrategia de silencio para no entorpecer la investigación, que realizaron desde entonces los efectivos de la Comisaría Primera y de la Brigada de Investigaciones de la UR, en una causa que recayó en la Fiscalía de Ivana Hernández.
Poco más de cuatro meses después, el personal de la Brigada allanó en el mediodía del miércoles 4 de mayo, la vivienda que fue escenario del homicidio y cuya propiedad tendría que ver con el móvil del crimen.
Allí se demoró a Miguel Becerra, hermano de la víctima, un hombre de 58 años que quedó a disposición de la justicia al igual que otro joven allegado a la familia, que habría estado en el lugar de los hechos el día del trágico suceso.